Con estas palabras, el Señor Presidente
de la Nación, Teniente General Juan D.
Perón, reinició el diálogo con su pueblo
desde los balcones de la Casa de Gobierno,
después de 18 años.
El anterior discurso del Teniente General
Perón frente a la multitud reunida en la
Plcaa de Mayo, había sido pronunciado
el 31 de agosto de 1955.
Compañeros: hay circunstancias en la vida de los hombres
en las cuales uno se siente muy vecino a la Providencia.
Para mí, esas circunstancias se presentan cuando tengo la inmensa
satisfacción de contemplar al pueblo. Y a esta inmensa
satisfacción va unida la tremenda responsabilidad que representa
el servir digna y lealmente a ese pueblo.
Por ello, para mí la presente circunstancia en que estoy
frente a ese pueblo, que siento tan profundamente en mi corazón,
es un acicate para dedicarle hasta el último. aliento para
servirle, y pedirle que me ayude; para pedirle a ese pueblo que
me ayude a defender esa responsabilidad manteniéndose en
paz, unido y solidario, cumpliendo cada argentino la misión
que recibirá para la grandeza de la Patria y la felicidad del
pueblo.
Si yo hubiera pensado solamente en mi capacidad de
realización, no habría aceptado esta responsabilidad. Pero
cuento con lo que el pueblo argentino ha de poder realizar en
esta Patria que todo lo merece, y por la cual cada uno de nosotros
está obligado ante . el destino a trabajar, precisamente,
día y noche, para resolver los problemas generales.
Es precisamente esa profunda fe que tengo en el pueblo
de la Patria la que me ha impulsado a aceptar la responsabilidad
de conducir al país. Y en ello espero que todos los argentinos,
de cualquier matiz político que sean, comprendan que
en la paz que podamos mantener y en el trabajo fecundo que
debemos realizar, está precisamente ese destino que tenemos
la obligación de defender.
Por eso a todos los argentinos, y especialmente a los pe~
ronistas, les exhorto a que pongamos desde mañana mismo toda
nuestra actividad al servicio de la reconstrucción de nuestra
Patria, para que desaparezcan las necesidades primarias que to~
davía pueden observarse a lo largo y a lo ancho de ella.
Cada uno de nosotros tendremos en el futuro un trozo
de responsabilidad si esas tareas no se realizan. Y o y el Gobier~
no hemos de poner todo nuestro empeño, pero necesitamos
que el pueblo argentino ponga el suyo, porque nadie hoy puede
gobernar el mundo sin el concurso organizado de los pueblos.
Compañeros: finalmente quiero dedicar algunas palabras
a nuestra juventud.
A esa juventud, que es nuestra esperanza, quiero que le
llegue nuestro más profundo cariño, junto con la exhortación
más sii1cera de que trabaje y se capacite. Porque los jóvenes
serán los artífices del destino con que soñamos. A ellos hemos
de entregarles nuestras banderas, convencidos de que por sus
valores morales han de llevarlas al triunfo para la grandeza de
la Patria y la felicidad de nuestro pueblo.
Finalmente, quiero decirles que durante este gobierno que
hoy se inaugura, y siguiendo la vieja costumbre peronista, los
días primero de mayo de cada año he de presentarme en este
mismo lugar para preguntarle al pueblo aquí reunido si está
conforme con el gobierno que realizamos.
Les agradezco a todos los compañeros que han venido
hasta esta plaza, histórica para nosotros, a ofrecerme la inmen~
sa satisfacción de su presencia. Pueden estar persuadidos de
que para mí no existe una satisfacción y una gloria mayor que
contemplar la cara de este pueblo que es lo único que labra
la grandeza de la Patria.
Y ahora, como ha sido siempre usual en nuestros tiempos, les pido a todos una desconcentración tranquila y en orden,
llevando el recuerdo de un primer acto en esta plaza, que será
el comienzo de muchos otros en los que tendré la mmensa
satisfacción de tomar contacto efectivo con el pueblo.
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